jueves, 8 de diciembre de 2011

La poesía contemporánea del Ecuador: “pena… es lo que siento en mi alma”

Tras una llamada para venir aquí y compartir con ustedes el entusiasmo de un encuentro de poetas, se me dijo de relancina que preparara una ponencia sobre la poesía contemporánea ecuatoriana o algo así… mi punto de vista, mi manera de ver o de entender el tema, podría decir espinoso tema, no porque hay que tomarlo con cuidado para que no hinque, sino porque hinca las entrañas no poder expresar la contemporaneidad de nuestra poética con la certeza que quiero, sin egoísmos, sin obviar a nadie, más claro no sé nada de poesía contemporánea ecuatoriana, ignoro contemporáneo de dónde a dónde, si es la Edad Contemporánea o tal vez se me quiso decir Vanguardista, cosa que es otra cosa. O quizá se me quiso decir Poesía joven de este país: mis contemporáneos, cosa que también me revienta el buche. La poesía, la buena poesía, mejor dicho, los buenos poemas son jóvenes toda la vida, hay que decir poesía escrita por jóvenes, buenos o malos poemas, pero escritos por jóvenes punto aparte

Lo ideal sería haber preparado una ponencia sobre el tema y dar una lista de los poetas que deambulan en la vanguardia o iniciaron la vanguardia poética del Ecuador, entonces daría una no tan larga lista de poetas que deben ser leídos y analizados. Si lo hiciera caería en la ridícula concepción del discurso lúdico diciendo que la poesía contemporánea de un país trazado por un surco imaginario se asemeja a la semitransparencia de un fantasma temeroso que transita en la atmósfera invisible del reconocimiento internacional o el impotente cuestionamiento de no tener un referente mundial, un César Vallejo, un Nicanor Parra que traspasaron sus fronteras, pero tenemos a Hugo Mayo, Carrera Andrade, que también han traspasado sus fronteras. Me atrevo a decir dos cosas, la primera, como ecuatorianos les ha importado más su propio país que el resto del mundo; la segunda, que tuvieron mala suerte… son nuestros referentes, ellos ya no están, nos toca sacarlos de nuestras fronteras antes de limitarlos al mero elogio nacional o estarlos nombrando de cuando en vez se escribe sobre esta burbuja con púas para variar. Por cierto, a Nicanor Parra, Hugo Mayo escribió “Todo puede venir” le vinieron las zapatazos de los literatos y le vino el Cervantes de literatura.

Hasta aquí no he dicho nada de lo primero, así que voy a referirme a lo segundo, poesía escrita por jóvenes, pero antes replico lo que Octavio Paz dejó dicho sobre la poesía contemporánea: ‘…se mueve entre dos polos: por una parte es una profunda afirmación de los valores mágicos; por la otra una vocación revolucionaria’. Lo que hizo el mantense Miguel Augusto Egas.

En estos encuentros de poetas, todos los y las poetas de las décadas de los mediados del 70, de los 80, tal vez hay algunos por aquí del 90, todos los habidos y por haber, más bien, nacidos y por nacer somos recurrentes, nos hemos visto las caras, perdón, la cara, en singular, solo venimos con una, con la cara, que digo cara, careta de poeta, si trajéramos la cara de humano… decía que somos recurrentes, como los temas, los eternos temas, ¿hay aquí acaso eternos jóvenes?. Lo cierto es que la poética que protagonizamos los de estas levas en suma carece de aquella “vocación revolucionaria”, no se camina firme por el empedrado sendero del oficio-profesión. Hay los que escriben y hay los escritores, los primeros, los de oficio, los tenaces, los que trabajan la palabra, los comprometidos con la causa; los segundos, los que publican uno, dos, tres libros para ser reconocidos como eso, como escritores y ya está, ellos abandonaron la causa, eso de pena llena, la pena es un sentir contrapoético.

Cierto es que de todo da la mata, aunque más da de lo que mata que de lo que nutre a la literatura nacional, una generación a la espera de reconocimientos, de avales de los no tan jóvenes, del bautizo con algún premio nacional, de viajes para ser editados por los países, cuando el viaje es por la poēsis y ser tocado por ella.

La poesía contemporánea va por un lado, los poetas contemporáneos de este siglo vamos por otro: pena con mermelada. Los poetas contemporáneos somos ‘amor, muerte, vida, andinismo, sexo, humor, tragedia con intentos de metáforas, cuando la poesía contemporánea debe ser lo mismo pero con la médula, ocurre en pocos, esto merma la helada pena. Saludos del cacique Manabí.
Ernesto Intriago, Manta 1986, poeta.

I Encuentro Nacional de Poesía “Marejada” - Santa Elena

Salinas, 8 de diciembre de 2011